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lunes, 4 de junio de 2012

Era un día del año. Un día normal como todos los demás, pero este tenía algo en particular. La rubia gordita estaba en el escenario cantando, mirando fijamente al público que la escuchaba para poder entrar en la presencia. Yo estaba mirando desde otro lado. Viendo y escuchando. Intentado imaginar en realidad.
      En el medio de tanta multitud había una persona, una que yo no conocí desgraciadamente. Pero me hubiese encantado poder hacerlo. Ese día tenía algo en particular. Él era lo particular.
    Sencillo, humilde, servicial, dispuesto, buenas persona. Una persona que calló miles de veces y volvió a levantarse. Nunca dejó de luchar, porque a pesar de sus caías, de sus vivencias, lo primero era el que estaba alado de él. Cualquiera de nosotros podría haber estado cerca de él, que para el hubiéramos sido importantes.
   La rubia abrió los ojos, para poder ver a su público pero la piel de esta persona le llamó la atención. Tenía un resplandor entre la gente, algo que hacía que entrecierres los ojos. Su piel tendría polvo de hadas. No lo sé. Sería que tendría un ángel adentro o Dios lo iluminaba. Fue raro, pero nadie hizo alarde ni dijo  nada. Creo que fue mejor. Él no lo sabía, ni nadie humano.
  Su cuerpo se fue, más su brillo quedó entre nosotros.

"Hermano te quiero, te amo. Gracias por vivir."
Nos vemos en el cielo.                  .
Hernán Vallejos.                     -

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