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martes, 24 de julio de 2012

Pelea

Yo estaba sentada en la computadora, ignorando todo lo que vos pensabas. Pensando infantilmente en lo que me gusta hacer, en ese pequeño vicio que no hace mal a nadie, excepto y justo en ese momento, a vos. Llegaste, me miraste, y te dio tanta bronca el hecho de que yo estuviera ahí que te lo tragaste. Pero yo te dije algo y la cinta de tu boca salto como agua hirviendo. De tu boca salía fuego y tus ojos se tornaban irreconocibles. Y como tonta y como niño que juega sin ver el peligro, tiraba más leña al fuego. La casa se dio vueltas, y todas las cosas cayeron al piso. Yo me asusté, y mucho. Pero más era mi tristeza. 
 En las discuciones de la gente siempre se confunde el fin que tienen. Se podría decir que en una discución se busca quien es el "ganador" quien tiene la razón, quien hace mejor sus fundamentos y quién tiene la última palabra. Cuando en realidad el único fin de las discuciones debería ser llegar a una solución clara, para el bien estar de todos; para la mejoría del lugar y de la relación. Y se vuelve a confundir el fin, buscando siempre un ganador, y tratando de llegar a ese puesto con un levantar de voz, con un golpe, o con una palabra insultante que deje atónita a la persona. Y asi se piensa que el que caya es el débil, cuando en realidad es el más inteligente. "Hasta el más tonto es considerado sabio cuando se caya". 

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