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miércoles, 16 de noviembre de 2011

15 minutos.

Esa mañana, no hace muchos días, me sentí muy sola, muy triste por dentro. Una lágrima quería salir a cada paso que daba. Hace mucho no lloro. Es cuando se desprende un gran sentimiento. Venía con un ritmo de vida muy acelerado, la cual aprovecha todo lo que venga a mis manos. Lo cual no esta mal, solo hay que saber distinguir.
De verdad, despertar con esa imagen de tu cara esa mañana fue frustrante, ya que no la veo hace bastante. Que feo soñar con algo que no podes hacer realidad, porque sabes que es incorrecto.
Como tantas veces hice, cada vez que estoy mal, analizo las cosas. Las pienso bien a fondo hasta encontrar la causa y la solución. Para llegar a esto, me hago millones de preguntas hasta poder contestar alguna y encaminarme.
Esa mañana fui al colegio, como se debe, pero me costó mantenerme en pie, o por lo menos con la piel seca. No quería escuchar a nadie, a ningún profesor, ni la música me hacía bien. Solo quería encontrar un lugar donde tener paz para pensar. Una manzana de colegio, 700 alumnos, 50 profesores, 15 preceptores. No iba a encontrar ese lugar. Lo tuve que crear yo. Me aislé de la sociedad por 15 minutos, dejándo las matemáticas de lado, los amigos, y lo que pensaran. Por tan solo 15 minutos. Y fueron los minutos más reveladores y tristes.
Llegué a una hipótesis la cual sentí que era la correcta. No me gusta, no se si lo voy a lograr, pero se que es lo que tengo que hacer.
No voy a escribir la conclusión que llegué, porque a mucha gente le parecerá ridículo, y tampoco lo entenderían. Pero no escribo esta nota al pedo, solo quiero dejar en algún lado este dolor que siento.

Tengo que tomar esta decisión porque me sigo lastimando y sigo lastimando a otras personas. Ya no quiero eso. Dejar la felicidad del presente, para poder ser feliz en un futuro.
Adiós.

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