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sábado, 6 de agosto de 2011

Al mirar adentro de la tumba, María descubrió una sorpresa. No estaba vacía como ella creía, ni tampoco había muerte como era de esperarse, había allí dos seres vivo: "y vió a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿porqué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto. Cuando había dicho esto, se volvió, y vió a Jesús que estaba allí; más no sabía que era Jesús".
Ésta es la gran diferencia para aquéllos que se atreven a ver lo que Dios quere mostrarles.
Quienes se animan a mirar, aun cuando la lógica les da la respuesta anticipada a su problema, descubren que Dios siempre tiene una sorpresa.
A las sombras más oscuras, les contrapone luz; al dolor, alegría; a la enfermedad, sanidad; a la mentira,verdad; a la soledad, su presencia.
Siempre hay una puerta abierta, siempre hay una respuesta. La primera actitud que Dios te demanda es valentía: mira adentro de la tumba.

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